Iago Santalla preséntanos a súa teoría dos ‘Ilímites’

Iago Santalla, educador e coach.

Iago Santalla, educador e coach.

Iago Santalla, educador e coach, é a última sinatura convidada na serie de artigos divulgativos sobre o dano cerebral que levamos unhas semanas publicando. Iago, que naceu con parálise cerebral e coñece, na súa propia carne, o que significa ter discapacidade, adapta neste texto a súa teoría dos ‘Ilímites’ ás persoas con dano cerebral. Desde FEGADACE agradecemos o seu traballo e recoñecemos o labor que desenvolve Santalla a prol da autonomía e do empoderamento das persoas con discapacidade.

Para coñecer mellor a biografía e a bibliografía de Iago Santalla pódese acceder á súa páxina web, O ilímite.

Reproducimos a continuación o texto que nos remitiu:

LA REFORMULACIÓN DE LOS ILÍMITES EN PERSONAS QUE SUFREN DAÑO CEREBRAL

La teoría de los ilímites viene defendiendo que toda persona tiene un conjunto de capacidades que al desenvolverlas le permite acceder a la autorrealización en aquellos ámbitos de la vida que más le aportan interiormente.

El ilímite siempre es la “mejor capacidad y/o competencia de una persona, aquella que, cuando se desarrolla es imparable porque el desarrollo de esta capacidad la convierte en competencia, dándole satisfacción, auto-confianza y fuerzas para seguir adelante. En esa actividad, la persona empieza a ser ella misma y consigue auto-realizarse en su entorno. Se trata de potenciar el talento, de decir que no existen inútiles, y de saber que la interdependencia significa que la sociedad abre posibilidades de desarrollo para todas y cada una de las personas que la componen”.

Siguiendo esta teoría, se tratará de buscar el talento específico de cada persona, el ilímite más allá del límite, y dentro de ese ilímite se buscará la auto-realización personal a través de la capacidad individual. En este aspecto se trabajará con cada usuario la identificación individual de los ilímites y su campo de acción como un punto de inicio para lograr extraer de cada persona su mejor potencial. La consciencia de uno mismo debe empezar por asumir su propia problemática. De esta forma, se debe hablar de límite como discapacidad, y de discapacidad como una compañera que estará presente durante toda su vida. La aceptación del mismo es sin duda el principio de una nueva concepción del entorno caracterizada por dos procesos:

a) El proceso del límite. Es la consciencia de la propia discapacidad, del déficit que nos acompañará en nuestro proceso vital, y que sin duda tendremos que aceptar.

Gráfico1
b) El proceso del ilímite. Es la potenciación de la capacidad y su conversión en competencia, a través de la que tenemos que forjar una vida plena. En la medida en que una persona sea capaz de reconocerse en sus ilímites, dispondrá de la fuerza necesaria para luchar por lo que realmente ama, y de este modo dirigirse hacia sus verdaderos objetivos vitales.
Gráfico2

Cuando se produce un daño cerebral, la persona inicia un viaje del “porqué” al “para qué”, y es en el “para qué” donde surge la pregunta clave: “¿qué me queda?”  A través de esta pregunta se inicia la reconstrucción y recuperación de la propia vida. Sólo cuando se cambia el “porqué” por el “para qué” surge un nuevo camino. Este camino tendrá 3 puntos clave:

  1. Evaluación de necesidades. Nos hacemos las preguntas claves para adaptarnos a la realidad con los ilímites que superaron con nosotros la adversidad.
  2. Creación de objetivos. Nos marcamos metas en nuestra propia realidad, sabiendo que las tenemos que superar a través de los ilímites presentes.
  3. Establecimiento de un plan de acción. Empezamos a actuar hacia las nuevas metas, como una forma de navegar en la adversidad.

Un contenido fundamental en este viaje será poner en marcha nuestra capacidad de resiliencia. La resiliencia es el arte de superar la adversidad transformándola en una fortaleza interior que nos ayude a seguir construyendo el futuro. Se define en tres claves:

  • El “tengo”, que valora los apoyos con los que la persona cuenta en su camino.
  • El “soy”, que recoge las fortalezas de carácter y voluntad interior de la persona para luchar en la adversidad.
  • El “puedo”, donde se REdefine el límite y el ilímite a partir del que debemos iniciar una reformulación de los objetivos vitales.

Es fundamental manifestarle a la persona confianza, decirle “creo en ti”, y fomentar esta actitud en todos sus microsistemas (Bronfenbrenner, 1987). En este sentido, la intervención debe ser integrada, teniendo en cuenta todas las áreas de la vida  y marcándose en ellas objetivos realistas, motivadores y alcanzables. Para esto existe en coaching una herramienta de visualización tan básica como flexible y efectiva: la Rueda de la Vida. Se trata de que la persona valore su grado de satisfacción en distintos ámbitos en los que interactúa, y establezca objetivos para mejorar dicha satisfacción. Puede haber tantas ruedas de la vida como personas decidan utilizar esta herramienta. La rueda nos permite analizar la pregunta “¿qué me queda?” ,  tanto de forma personal (valorando microsistemas en los que interactuaba la persona) como de forma competencial (valorando las actividades que puede seguir desarrollando en los contextos que le son propios). En este sentido se propone la siguiente rueda de la vida:

Gráfico3

La reformulación debe abarcar todos los ámbitos de la vida, procurando que la persona mantenga sus microsistemas, y que la relación entre ellos sea lo menos intervencionista posible. Una vez asumida la pérdida el camino es siempre potenciar los ilímites restantes, en todas las áreas que componen la realidad personal. El desarrollo del ilímite dependerá y mucho del contexto en el que la persona tenga que convivir. Siguiendo el Modelo Ecológico de Bronfrenbrenner (1987), se puede decir que, dependiendo de los apoyos que tenga el individuo con daño cerebral en el microsistema familiar y de las posibilidades que el mismo le abra para tener un mesosistema consistente, se generarán posibilidades más o menos viables y más o menos realistas de autorrealización dentro de los parámetros que el daño cerebral le permite.

Se trata de reforzar ilímites para que la persona sea consciente de lo que es, lo que puede ser y cómo puede intervenir en cada área para hacerse cargo definitivamente de su propia vida. Sabemos que no hay dos daños cerebrales iguales, que cada caso es único y exige respuestas únicas; en cambio, siempre debemos buscar el máximo espacio de libertad para la persona dentro de cada caso. Esto sólo es posible valorando los ilímites sobrevivientes, y haciendo de ellos competencias hacia una autorrealización realista, que los lleve a una forma de plenitud imprescindible para cualquier ser humano.

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